Ligia Rojas: Habla la primera maestra de Ilich Ramírez

La profesora Ligia Rojas, es autora de “Patrióticos Respiros de Puerto Rico”, “Manuela, mujer republicana”, “Caminos y rostros del ayer” o “Cerca del ayer”, entre otros ensayos, relatos y poemarios. Nació en el estado Monagas y su implicación en la lucha social la ha llevado a muchos países del mundo. Ha recibido diferentes homenajes de INAMUJER o la Alcaldía de Caracas por su trayectoria literaria y social. Es ganadora de diferentes premios y condecoraciones, como el “Josefa Camejo”.
Ejerció durante muchos años la docencia en Venezuela, siendo su alumno más querido y famoso, Ilich Ramírez Sánchez, quien recibió de Ligia su primera formación, manteniendo la amistad y el cariño de la maestra, durante todos los años que duró su lucha revolucionaria. En varias ocasiones llegó a visitar diferentes países árabes, burlando los controles de todos los servicios secretos del mundo, para reunirse con su antiguo alumno, convertido ya, en el mundialmente famoso Comandante Carlos. Visitamos a Ligia en su domicilio de Caracas, donde nos recibió amablemente y obsequió algunos de sus libros. Se muestra orgullosa de su estrecha relación con la familia Ramírez desde hace más de 50 años y está dispuesta a ayudar enérgicamente para que se conozca la verdadera historia de Ilich.

- ¿Cómo conoció a Ilich, profesora?

- Fue a finales de 1955, durante la dictadura de Pérez Jiménez. Al igual que muchas otras personas yo era perseguida y suspendida de mis labores docentes, por ser del Partido Comunista. El papá de Ilich, Altagracia Ramírez, tuvo conocimiento de esto y para ayudarme un poco, me pidió que diese clases a sus hijos. Él era un radical marxista. Radical en el sentido de que no creía en la corriente conservadora de la educación venezolana y no quería que Ilich y su hermano Lenin, ingresasen en las instituciones educativas. Otro punto que lo lleva a rechazar esa educación, era la presencia de monjas dando clase de religión, cosa que él no aceptaba. Alguien le habló de la profesora Ligia Rojas del Partido y me mandó llamar. A partir de ese momento, hice una gran amistad con él y con su esposa Elba y me introduje en ese mundo familiar. Mi imagen le causo mucha confiabilidad y me nombró maestra de sus hijos. Yo les enseñé a leer y a escribir... primer grado, segundo, tercero, cuarto… Y cuando ya cubrieron cierta etapa de la educación primaria, los llevé a una institución del ministerio de Educación Nacional, el Consejo Técnico, donde les hacían los exámenes y los ubicaban.

- ¿Cómo fue su relación con la familia Ramírez?

- Me uní mucho en mi condición de mujer, a Elba. Si bien ella no tenía la formación y la instrucción del Dr. Ramírez, que era abogado, tenía una hondura humana que a mí me llamó la atención. Tanto, que siempre estuve y sigo estando muy unida a ella.

- ¿Cómo era Ilich de niño?

- Era físicamente muy activo. Tenía una visión más avanzada que los niños de su edad y a mi eso me impresionaba y me agradaba profundamente. Lo que me llevó a hacer diferencia entre él y los demás niños a los que yo daba clase. Además, él era muy cariñoso conmigo. Cuando yo llegaba, venía corriendo diciendo “maestra... maestra” y me abrazaba. A veces, nos íbamos con mi carro a pasear con Elba y los niños por centros comerciales o parques...

- ¿Recuerda alguna anécdota humana, entrañable, de aquel Ilich niño, que aclare que no es el monstruo que ha vendido la prensa europea?

- Sí, hay algo para mi inolvidable: recuerdo que en aquella época iban niños pobres por las casas tocando de puerta en puerta pidiendo ayuda y eso a él le impresionaba mucho.Me decía “Maestra, maestra ¿por qué piden los niños?”. Tuve que sentarlo y hablarle en una forma sencilla, a su nivel, de la diversidad social que había en el país. Le decía que había niños pobres, porque sus mamás y papás eran muy pobres, etc. Le daba información sobre la realidad social venezolana que él no conocía. Ilich me apretaba la mano y me tenía gran confianza en las cosas que le estaba comunicando. Realmente no se me olvida y quedó eternizado en mi recuerdo. Ya entonces, supe que Ilich iba a ser una persona de gran sensibilidad social, porque cuando le contaba eso, sentía por el gesto de su rostro, cómo se sensibilizaba con estos problemas.vIntuí que cuando él creciese, cuando llegase a su juventud, sería una persona con una gran sensibilidad social y luchadora por los derechos humanos. Pero la mala suerte para mi, fue que perdí durante unos años el contacto con ellos, porque el papá, precisamente para que no recibiesen esa educación tradicional en Venezuela, los mandó a otros países como México, Londres y de ahí pasó a la Universidad Patrice Lumumba en Moscú, donde fortificó su amistad con los delegados de Palestina. Se sensibilizó tanto con los palestinos que interrumpió sus estudios y se fue a luchar con ellos.- Cuando volvió a encontrarse con Ilich ¿ya se había convertido en el Comandante Carlos?- Acababa de nacer Vladimir cuando el matrimonio se separó. Me dieron esa noticia y me preocupé mucho. Busqué a Elba y fortifiqué mi amistad con ella. En aquella época se habían cambiado de domicilio y estaban viviendo en El Silencio. Mi siguiente contacto con Ilich, fue un tiempo después, cuando él supo de mi auto exilio en Guadalajara, porque nuevamente había sido suspendida como docente, perseguida terriblemente y allanada varias veces. Él ya había estado en Palestina en la lucha y cuando supo que yo me había ido de Venezuela mandó a su mamá a Guadalajara a buscarme. Allí se ignoraba mi relación con el famoso Carlos y yo no daba explicaciones. Ilich me mandó el pasaje para que lo visitase en un país árabe en el cual estaba. Fui primero a París, donde me encontré con alguien que me trasladó a ese otro país... A partir de allí, lo visité en muchas ocasiones en 4 países árabes. Conocí a la que fue su esposa y a su hija. Incluso cuando la niña estaba por nacer, él me llamó porque quería que estuviese presente en el nacimiento. Cuando la niña cumplió 15 años, ella quiso verme y estuvo aquí mismo. Yo sentí en aquel abrazo el reencuentro con su papá, a quien se parece mucho. Luego se fue para Alemania, donde está con su mamá.

- ¿Qué le dice la gente que ve a Ilich como un terrorista sanguinario, de que usted haya sido su maestra?

- La gente que sabe que fui su maestra y tienen una imagen de mí, la ven opuesta a la de Ilich y eso me molesta mucho. Entonces tengo que hablarles sobre el trabajo y la acción de Ilich por el derecho a la libre autodeterminación, la soberanía, la independencia y los derechos humanos, como él los defendió allá en Palestina. Conocí la verdad, no sólo porque él me lo contó, sino que también me puso en contacto con organizaciones independentistas de Palestina y de otros países árabes. Cuando yo viajaba por esos sitios, por seguridad, tenía que cambiar de nombre para evitar la persecución. Por ejemplo, llegaba a España, cambiaba la identidad y seguía viaje.

- ¿Qué opina de la actual situación de secuestro del Comandante Carlos en Francia?

- Considero que realmente allí hay un interés ideológico y político de parte de la inteligencia francesa, apoyado indiscutiblemente por los poderes occidentales. La realidad de Ilich ha sido poco difundida. No se conoce. Eso me impulsó a animarle a que escribiera sus memorias. Según él comentó, ya las escribió y las terminó en noviembre de 1992. Existen sólo dos ejemplares, a ser publicados -según el deseo de Ilich- después de su muerte, pero no antes de 20 años. Esa es la herencia que quiere dejar a su progenitura. Su libro "L'Islam Révolutionaire", no son sus memorias, sino un compendio de escritos políticos en francés.

- ¿Cómo fue la última vez que habló con él?

- En agosto de 2006. Se canalizó la conversación a través de su hermano Vladimir, que ya previamente sabía cuando se iba a comunicar con Ilich desde la prisión y le tenía esa sorpresa: hablar con Ligia. Esa noche habló también con Jerónimo (Jerónimo Carreras) y grabó un mensaje para el último Congreso de la JCV. Se emocionó y contentó mucho cuando escuchó mi voz y yo también de verdad, me quedé estremecida de emoción al oírlo, no solamente por emerger en mi memoria aquella figura de cuando fue mi alumno, sino por la gran persona que es y que arriesgó su vida por sus ideales.Nos despedimos de Ligia Rojas agradeciéndole su valentía para ayudar a difundir la verdadera personalidad del Comandante Carlos y transmitiéndole todo el agradecimiento de la comunidad palestina, árabe y musulmana en general, por la formación y los valores que supo inculcar en aquel niño, que más tarde se convertiría en un gran revolucionario.

Marwan Paz
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