viernes, 6 de abril de 2007

Enamorada del Comandante Carlos

Isabell Coutant Peyre es novia y esposa a la vez. Tiene planes matrimoniales con su defendido, el venezolano Ilich Ramírez Sánchez, quien purga cadena perpetua en Francia y enfrenta juicios adicionales por cargos de terrorismo, pero ya se casó con él, según la ley islámica, que acepta la poligamia masculina. Hoy sólo esperan el divorcio de “Carlos”, “Salem” o “El Chacal”, como también se le conoce a él, para unirse según la ley francesa. La abogada está en Caracas, a la que halló muy fría, comparada con el París de estos días. Cigarrillo y chocolate la ayudan con el clima.
Egresada de la Universidad de Nanterre, quiere reunirse con el presidente Hugo Chávez para que la apoye en sus gestiones por la libertad de Ramírez, basadas en la ilegalidad de su captura en Sudán por policías franceses, en 1994, y del juicio llevado en la Corte de Asís. Coutant confía en que Chávez acoja su pedido con menos frío que el que halló en Caracas y en nuestra embajada en París. “No comprendo por qué el Gobierno venezolano no ha ejecutado ninguna acción, pues Ilich fue ilegalmente arrestado, de hecho secuestrado, por los servicios secretos franceses por orden de EE UU”, dice.

–A comienzos del gobierno hubo diligencias de la Cancillería para solicitar la repatriación de “Carlos”.–Estuve al tanto parcialmente de una solicitud oficial, pero se disipó muy rápido y prácticamente no se ha hecho nada para ayudarlo, tal como exige la ley internacional.

–¿Desde cuándo representa a Ramírez?–Desde junio del 97, cuatro años después de su secuestro y traslado a Francia.

–¿Es cierto que ustedes se van a casar?–Sí. Desde 2001, estamos casados por la ley islámica, que permite al esposo tener varias esposas, porque él está previamente casado. Está en trámite la finalización del matrimonio civil de Ilich con su esposa anterior para hacer el matrimonio según las leyes francesas.

–¿Es un matrimonio por amor o por política?–Me apabulla su pregunta. Es por amor y no tiene nada que ver con manipulaciones para favorecerlo a él.

–¿Y cómo se enamoraron?–Quizá de la misma forma en que usted se enamoró de su esposa.

–Es distinto, él está en prisión.–Por ser él mi cliente, pasamos mucho tiempo juntos en la cárcel y cuando íbamos a las audiencias. He estado más tiempo con él que una pareja normal.

–¿Y qué se siente estar enamorada de alguien condenado por terrorismo y que es llamado “terrorista?”–Al presidente Chávez también lo han llamado así y también al Gobierno de EE UU. Es un calificativo que depende de cuándo y quién lo emplea. Ilich es un responsable político muy importante. Él está bajo enormes presiones de EE UU, porque él es una de las personas peligrosas en el mundo para el imperialismo americano.

–Se le juzga por hechos calificados como actos terroristas.–Vea, por favor, a Afganistán e Irak. No sabemos cuánta gente murió en unos de los más crueles actos terroristas. Recuerde: gente bombardeada durante un matrimonio religioso. Han lanzado desde 5 mil metros de altura productos químicos que pueden permanecer hasta por dos períodos de vida humana, como en Vietnam. Nada de eso involucra a Ilich y no se usa el apelativo “terrorismo” en esos casos. El pueblo palestino, por el que ha dado Ilich la lucha principal de su vida, está en guerra por más de 50 años.

–Usted dice que el Gobierno no ha hecho nada para ayudar a Ramírez, pero el Presidente le envió una carta muy polémica en 1999.–El Presidente es un hombre de mucho coraje y escribió una muy calurosa carta a Ilich que refleja su opinión sobre él y estoy muy triste de haber visto la hipocresía de la oposición pro yanqui en Venezuela de atacarlo por esta misiva. El Presidente fue traicionado, y está siendo traicionado, por gente importante, no sé si del Gobierno, pero con responsabilidades en Venezuela, para impedir la ayuda normal, procedente, para un venezolano que fue secuestrado por un gobierno extranjero. Piense cuál sería la situación en este caso: un francés empleado de la compañía Elf viaja a EE UU y allí es raptado por los servicios secretos venezolanos acusándolo de corrupción para enjuiciarlo en Caracas. ¿Qué cree que haría el embajador francés? Al día siguiente a la llegada de ese francés a una cárcel venezolana, inmediatamente pediría su liberación, porque la ley internacional obliga a los Gobiernos a asegurarse de que se respete la ley en el trato a sus ciudadanos.
–¿Quién en el Gobierno o cerca de éste impide la ayuda a su defendido?–No puedo intervenir en asuntos internos venezolanos, pero he visto que los embajadores venezolanos no respetaron las obligaciones que les impone la Convención de Viena para proteger los derechos de Ilich. Un embajador actúa con instrucciones de la Cancillería, así que supongo que el embajador no recibió las instrucciones para defender sus derechos.

–¿Qué acciones esperaría de la embajada venezolana?–Ilich no recibió visitas de la embajada en los primeros tres años desde su secuestro hasta pocas semanas antes de su juicio en diciembre del 97. La Convención de Viena, de la cual Venezuela es signataria, prevé la asistencia obligada a los ciudadanos por parte de sus diplomáticos. Yo estaba con Ilich cuando fue visitado por primera vez por un funcionario en octubre 1997, habiendo sido capturado el 15 de agosto de 1994. Durante su juicio ilegal, ya que se origina sobre un secuestro, e ilegal por la forma en que se llevó el proceso en la Corte de Asís, sin elementos concretos ni testigos, sólo porque había una leyenda sobre él, no hubo ningún funcionario de la embajada. Su defensa privada fue lo único que tuvo. Ilich estuvo en aislamiento total, desde 1994 hasta este año.

–¿No recibía visitas?– No le permitían ver a nadie, excepto a sus abogados y carceleros. No podía visitarlo ningún familiar ni él ver a ningún otro preso.

–¿Eso lo permite la ley francesa?–No. Sólo excepcionalmente, hasta por tres meses. Y pasó así ocho años y medio. Lo que hicieron fue renovar la restricción cada tres meses durante ocho años. Y la embajada ignoró esas acciones ilegales contra un ciudadano venezolano.

–¿La autorización de visitas obedece a alguna gestión venezolana?–En absoluto. Pero ahora es peor que antes. Yo denuncié al Gobierno francés en la Corte Europea por tortura y aislamiento durante ocho años y estuvo a punto de ser condenado. Entonces buscaron otra forma de quebrarlo, aunque él es indestructible: llevarlo lejos de París y dificultar las visitas. Ir y venir a verlo toma siete horas, es costoso, toma todo un día. Le autorizaron el contacto con otros presos, pero ahora son gente de alta peligrosidad: asesinos en serie, criminales por casos sexuales. No hay otros presos políticos.

–¿Qué cárcel es?La de Saint Maur Bel Air, una no-ciudad en el centro de Francia, cerca de Chateauroux. Ante este atropello, la embajada tampoco hizo nada. Y se les avisó. Ya no recibe tantas visitas de abogados, porque es más difícil ir a verlo, lo cual viola su derecho a la defensa. Él corre el riesgo de ser asesinado. A su alrededor se pelean con armas blancas y vidrios rotos, alienados por las drogas y el alcohol que fabrican en la cárcel. Se le ha planteado esto varias veces al embajador. Y no lo critico a él en lo personal, parece una persona decente... Pienso que si no hizo nada fue porque no recibió las instrucciones adecuadas de la Cancillería.

–¿Por qué “Carlos” es peligroso para EE UU?–Él es una persona muy inteligente y hábil para organizar la oposición contra EE UU, y porque tiene excelentes relaciones con los militantes islámicos. Eso lo constituye en un peligro real para EE UU.

–¿Quién costea los gastos de su defensa?–Estoy en bancarrota. He dado mi tiempo sin pago alguno, al igual que los otros abogados, y también pago los gastos. Ilich dio poderes a muchos abogados de varios países para poder ser visitado por ellos. Tres venezolanos fueron a visitarlo de esta forma. Ahora es casi imposible que lo hagan. Estoy asombrada de que nunca el Gobierno venezolano, que tiene una obligación de la Convención de Viena, me ha propuesto ayudar en la defensa de un ciudadano venezolano.

–¿Aspira a reunirse con el Presidente?–Mucho lo deseo y tengo esa esperanza, pero, claro, no depende de mí. Considero al Presidente un hombre maravilloso. He seguido sus posiciones políticas. Está en una lucha muy difícil para lograr que Venezuela mantenga su soberanía. Ante la voluntad manifiesta del imperialismo norteamericano de controlar Latinoamérica, espero que él se mantenga mucho tiempo como Presidente para que la región mantenga su soberanía y EE UU pague por lo que se lleva y no se lo lleve gratis.

–¿Usted se propone la repatriación de Ramírez?–Claro. Debió ser solicitada no ahora, sino el 16 de agosto de 1994, apenas se supo su secuestro.

–¿No cree que el Gobierno evade esas diligencias para evitarse problemas políticos adicionales?–No sé. A veces es mejor enfrentar al enemigo que rehuir el combate, pues esto suele llevar a la derrota. La ley debe ser respetada por todos. Además, sería algo simple y normal que el Gobierno exigiera la repatriación. No tiene por qué verse como algo indebido o extemporáneo. Cuando un animal lo está mirando, y usted le demuestra miedo, ese animal lo atacará. Si usted lo mira firmemente, él se quedará quieto.

–¿Qué le dice a esa parte de Venezuela que no quiere a su defendido?–Existe mucha manipulación de la información. El mundo occidental tiene interés en mostrar a los revolucionarios como personas negativas. Ilich fue uno de los mejores luchadores para los intereses del pueblo palestino y no es como lo muestran los medios enemigos. Yo testifico que este hombre es brillante, un buen hombre, muy generoso...

–Que no ha renunciado a la violencia.–En el mundo hay muchas muertes y violencia por la acción militar debida a intereses económicos. Así que no puede hablar de violencia de Ilich aisladamente. Los venezolanos necesitan gente como él para ayudarlos en esta muy difícil lucha contra el imperialismo americano.

–¿La amistad entre los presidentes Chávez y Chirac no puede ayudar a un arreglo diplomático en torno a la situación de Carlos?–Puede ser. No soy Chávez, no soy Chirac, pero me gustaría que el Presidente encontrara la mejor forma de obtener muy rápido que Ilich regrese a su país, tal como procede legalmente.

–Si se pide y logra la repatriación, ¿vendría a vivir en Venezuela con su prometido?–¡Por supuesto!

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