Las condiciones en las cuales Ilich Ramírez Sánchez alias «Carlos»fue detenido y transferido a Francia en agosto 1994, para ser juzgado son cada vez más misteriosas. En la época, se dijo que el ministro francés del Interior Charles Pasqua había negociado este arresto con el líder islámico sudanés Hassan El-Tourabi y que la operación fue dirigida por el prefecto francés Philippe Parent.
Carlos era un militante revolucionario que había creado una organización secreta de combatientes la cual estaba destinada principalmente al servicio de la causa palestina. En los años 70, Carlos se convirtió en el hombre más buscado del mundo e encarnaba una forma de resistencia transnacional violenta al imperialismo estadounidense y la sionismo.
El escritor francés François-Xavier Verschave había afirmado que a cambio de la entrega de Carlos, Francia había prometido una ayuda a Hassan El-Tourabi, sobre todo en forma de fotos satélites permitiendo de reforzar su posición militar. El escritor fue condenando por difamación por tales propósitos. En una entrevista dada al diario francés Figaro el 10 de enero 2006, el general Philippe Rondot (cuyo nombre ha sido posteriormente asociado al caso Clearstream) se vanaglorió de haber dirigido él mismo la operación de captura. A consecuencia de ello, en junio 2006, Carlos presentó una denuncia contra él por secuestro.
Sin embargo, lo que falta por saber en todo esto es si Carlos fue «vendido» por las autoridades sudanesas a los agentes franceses o, si estos últimos lo secuestraron en un operativo. Si se considera la segunda opción, su presencia actual en el territorio francés sería ilegal, su condena debería ser anulada y Carlos debería ser extraditado hacia su país de origen, es decir Venezuela.
Justamente, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, aprovechó la ocasión de la última reunión mundial de la OPEP en Caracas para recordar en su discurso al «amigo» Carlos. Hoy en día, Venezuela e Irán declaran en el seno de la OPEP la necesidad de destinar un presupuesto de los beneficios petroleros para apoyar la liberalización de los pueblos y su desarrollo económico de los países del Tercer Mundo, como antes Argelia, Irak, Koweit y Libia habían apoyado disimuladamente la toma de rehenes de los ministros de la OPEP por Carlos (ver el testimonio de Carlos).
Ahora, en una entrevista al diario turco Vakit el 3 de julio de 2006, El-Tourabi afirmaba que nunca entregó a Carlos a los franceses. Entonces si la captura de Carlos no fue negociada con él se trata efectivamente de un rapto.
Queda la siguiente pregunta: ¿quién traicionó a Carlos? Sobre todo en aquella época en Sudán, la única persona que pudo obtener un poco de su confianza, de conocer y trabajar en paralelo con los servicios secretos franceses y estadounidenses y capaz de tenderle una trampa, no es nadie más que Osama bin Laden, al quien Carlos conservaba aún su confianza cuando escribía desde la prisión su libro El Islam revolucionario.
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